
Hablemos sobre el honorable Senado de Puerto Rico.
La senadora Luz “Mariíta” Santiago González sometió una resolución para investigar el Departamento de la Familia por la supuesta manipulación de su logo con un propósito político partidista. El logo, adoptado durante la administración de la popular Sila M. Calderón, consiste de las figuras de tres niños tomados de la mano en forma de piezas de un rompecabezas. “El niño ubicado en la posición central está pintado de rojo, el de la izquierda en verde y el de la derecha en amarillo. Dicho logo es un claro y contundente mensaje subliminal político a favor del partido que ostentaba el poder en aquel entonces”, indica la exposición de motivos de la medida, radicada en enero. Y esto, no me lo he inventado yo, mírenlo aquí.

Dicho esto, analizemos a nuestra amiga Mariíta, la senadora, que le teme a la falta del azul o al exceso de rojo en el logo. Me pregunto si no sabrá ella acaso que los colores existían ya mucho antes de que su primitiva mente estuviera dividida en tres colores. Que el azul, mucho antes de que su partido lo adoptara como el color de su emblema, ya era un color; como el rojo; y el verde. Cómo es que esta señora realmente puede pensar que de ahora en adelante cuando un logo lleve o deje de llevar alguno de los colores político partidistas locales, deberá ser sujeto a una investigación. Realmente puede pensar ella que los empleados de esa agencia, o peor aún, quienes la visitan, son de alguna manera manipulados a no votar por el partido que es del color que falta en el logo de la agencia. ¿En serio?
No puede ser que en este país, tres ideas, tres clubes, pretendan raptar tres colores respectivamente y asignarles una carga automática. Senadora Mariíta, con todo el respeto y sin ánimo de ofender, por favor no sea bruta, que embrutece.